Recuerdo un viaje a la Isla de Cerdeña, en octubre de 2003.
Era muy temprano y me encontraba desayunando cuando se me acercó una pareja y me preguntó si podían compartir la mesa.
Les dije que sí y en ese momento, el hombre me hizo otra pregunta, mientras observaba mi plato:
_ ¿Alguna vez pensaste en ser vegetariana?
Me sorprendió la pregunta porque si no les gustaba lo que estaba comiendo porqué querían compartir la misma mesa habiendo tantas vacías.
Bueno, sonreí y cambiaron de tema. Poco después, con la llegada de otros huéspedes del hotel, se cambiaron de mesa.
Este suceso debió de impactarme y quedó registrado en mi memoria de alguna forma,
porque tres años más tarde comencé a hacer cambios en mi dieta de alimentación.
Recuerdo otra anécdota y está fue tan fuerte, que un par de meses más tarde ya sólo confeccionaba platos a base de vegetales.
Una amiga me convidó a comer en su casa, había preparado un pollo casero al horno. Cuando llegé, la cocina olía muy bien,
pero cuando nos dispusimos a comer, el pollo estaba durísimo e intragable. Comimos las patatas que estaban muy ricas aunque saladísimas.
Pasaron varias semanas y no conseguí volver a comer pollo, el recuerdo de aquel sabor aun continuaba presente.
Tengo que decir, que mi dieta por ese tiempo no era muy variada, pues ya tenía intolerancia a ciertos alimentos así como, unos horarios muy desorganizados.
Los horarios para las comidas son muy importantes.
Cuando aquella pareja en el Hotel de Cerdeña se sentó a mi mesa, no pararon de hablarme de lo perjudicial que era lo que estaba comiendo,
me estaban atragantando el desayuno, estilo inglés, que estaba intentando disfrutar.
Este incidente lo interpreté, más adelante,
como una advertencia para no cometer el mismo error, decirle a la gente que mi dieta es maravillosa o cosas por el estilo y menos aún, intentar convencer. Para mí, fue una idea brillante.
Pero, lo anecdótico fue, que cuando comencé mi dieta totalmente vegetariana, todo el mundo tenía algo que objetar por mi decisión. Así que,
para evitar comentarios ridículos y sobre todo, para cuando estuviese con mi familia, apareció la solución, fotografiar los platos que preparaba.
Y de esta forma, antes de que alguien hiciese algún comentario, le mostraba mi colección de fotos.
Y los comentarios cambiaron, la gente se entusiasmaba con el colorido de las recetas y la gran variedad. Al final, no comía sólo lechuga y tomate...
Y lo mejor de todo,
¡me pedían las recetas!
Hay bastantes personas que me han comentado que leen mi blog cuando quieren preparar platos vegetarianos, algunas han incorporado las recetas de cremas o sopas como primeros platos e incluso me han pedido que escriba un libro.
Pero, lo más asombroso, es que estas personas no son vegetarianas, ¡curioso!
De forma resumida, así es como nació este proyecto de fotografías de recetas a base de ingredientes vegetales. Hasta el momento, aún no he escrito el libro, creo que esta revista digital, con un contenido sencillo y de fácil manejo, puede resultar más atractiva ya que todo el mundo, actualmente, tiene un móvil.